Anoche decidí parar el tiempo, cogerte de las manos, enredarte entre mis sábanas, y hacerte entender con lentas caricias que te amo como no he amado a nadie. Esta mañana te has ido en tren, y como siempre me he puesto triste. La diferencia es que esta vez estoy segura de que he grabado en tu piel todos y cada uno de mis sentimientos, y nunca dejaré que los olvides.
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