Tus palabras son leña, carbón, alimento para el hipocausto que nació en mi interior.
Tus palabras son cuchillos que no cortan, pero arañan, que hacen brotar sangre y escupir arañas.
Tus palabras son murmullos desde el espejo, los pecados de un reflejo que nos quiere muertas, a ti, a mí.
Tus palabras se me enredan, son hierba seca, flores muertas en mi garganta, tus palabras son mías, son tuya, son sólo palabras
Y me asfixian, me duelen, podrían ser calor en mi cocina, ser la manta en mi sofá, y son incendio muerte y fuego del que no puedo escapar.
Tus palabras, tus palabras, hoy te quiero inculpar. No hay culpables, son todas mías, ven, ellas nos calentarán.
Qué duros son siempre los conflictos con una misma, y qué bien muestra eso este texto. Las palabras propias como enemigas (todas esas cosas horribles que llegamos a decirnos y, lo peor, a creernos, cuando no se las diríamos q nadie más y cuando nadie más nos las dice), todas esas palabras que tienen la capacidad de ayudarnos y ser cálidas pero se vuelven "incendio muerte y fuego".
ResponderEliminarQué difícil quererse bien, joder, y cambiar nuestro lenguaje, y qué bien lo has expresado. A ver si para la próxima ese "ven, ellas nos calentarán" es más de abrigo y calidez que de cuchillos que arañan y quemaduras en la piel <3