jueves, 27 de octubre de 2011

Snow White Queen

Nació envuelta en una maravillosa tez perlada, blancura nevada, terciopelo de armiño. Sus ojos azules, gélidos, del color del hielo, miraron ansiosos la luna desde siempre. Poco a poco, una oscura cabellera creció, cayó lacia por su espalda, tan negra y brillante que las mismas tinieblas clareaban en su presencia. Sus carnosos labios eran rojos como el carmín, su voz melodiosa semejaba el arrullo de un arpa y su comportamiento era irreprochable. Una perfecta dama, obediente, silenciosa, sin un apiz de rebeldía.

Pero su mente era prodigiosa. Su intelecto sobrepasaba al de cualquier otro hombre o mujer que hubiese visto jamás. Así fue que un día, un hombre acudió a su casa pidiendo a la muchacha en matrimonio. Ella accedió, siempre y cuando él fuese capaz de vencerla en una partida de ajedrez. Se trataba de un hombre extremadamente apuesto, de ojos grises, plomizos, brillantes y espesos, pómulos marcados y mandíbula cuadrada. Sus cabellos oscuros se rebelaban, yendo cada mechón en una dirección distinta. Musculado el cuerpo entero, la piel blanca, grisácea, mortecina. Sonrisa arrebatadora.

Movió el primer peón. En silencio, la partida comenzó, y tras un buen rato, el forastero logró vencer. Entonces la muchacha se puso en pie:

-Me casaré con vos, pues, ¿quién sois?

-Mi nombre no es importante. El vuestro, en cambio...

-Scarlett - Interrumpió.

-Soy el príncipe Dragomir, soberano de los Cárpatos y uno de los setenta y dos demonios de la corte.

-¿Eso dónde me deja a mí, pues?

-Os haré mi princesa. Scarlett, soberana de los Cárpatos y esposa de un demonio noble.

Entonces sus labios se volvieron negros, sus ojos chispearon, su piel ardió en deseos por iniciar una nueva vida en aquel lugar llamado infierno.

Así es como Scarlet entregó su alma a la oscuridad, a las tinieblas, el único lugar donde su inteligencia podía ser igualada o superada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario