martes, 18 de octubre de 2011

Vendetta

¿Sabes quién soy? Seguro que ni recuerdas mi nombre. No importa. Yo sí recuerdo todos los momentos, risas y juegos infantiles que compartimos, como también recuerdo el daño que nos hicimos. Da igual. Te contaré una historia interesante sobre cómo se malogran los corazones, los que son esclavos de sus deseos, los que viven por su ambición y no saben decir que no. Comencemos...

¿Cómo naciste? De la misma forma que todos, en una casa normal, en el seno de una familia corriente, con un alma pura. ¿Cómo creciste? Con un montón de niños iguales a ti, en aquella tierna infancia en la que todos éramos amigos.

Y durante mucho tiempo estuvimos al mismo nivel, pero no, tú tenías que superarnos a todos; y como la naturaleza no lo quiso así (porque eres más bien insignificante), decidiste pisotearnos a todos con tus rudas palabras y tu lengua desbocada escondida siempre (¡cómo no!), tras esa máscara angelical que tu silencio ha esculpido.

Sólo eres una marioneta a la que alguien maneja, ya que careces por completo de personalidad, carisma o cualquier otra cosa que pudiese hacerte destacar. Por no hablar de tus amigas, igual de buenas por fuera e igualmente podridas por dentro. Parece que te gusta clavar tus sucias uñas, rojas como el rubí, en la carne recién azotada por tu séquito, y si la víctima grita, tú ríes y difamas tus hazañas entre tu selecto grupito. Esa sonrisa tan falsa te la quitaría yo, literalmente, a golpe de remo.

Ahora, cierra los ojos y sigue soñando que estás en la cima, pues cuando los abras verás que te precipitas al vacío desde lo más alto y que los que estamos en el fondo del abismo, los que fuimos pisoteados por tus Jimmy Choo, te estamos esperando con las manos abiertas. Por supuesto, no como símbolo de perdon, sino con las ganas de devolverte tus arañazos de gata.

Dicen que la venganza no sirve para nada, pero yo creo que en este caso me servirá para saber que Dios, el karma, el destino o quien sea que maneje el telar de las Tejedoras está cumpliendo aquello de "donde las dan, las toman". Y en ese caso, querida amiga, tienes mucho que tomar.

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