viernes, 22 de junio de 2012

La caída de las máscaras


Sobre el escenario, los actores y actrices que acababan de representar La tragedia del rey Lear hacían reverencias en agradecimiento a los aplausos de un público que se había puesto en pie para aplaudir. La falsa Goneril acudió a su camerino con cierta prisa, pues allí esperaba el falso Edmund, con una triste sonrisa en los labios y aquellas ropas barrocas que tan bien le sentaban.

- Lo nuestro no puede seguir, amor - Pronunció él sin dejar de sonreír.

- Soy consciente de ello, mi vida - La falsa Goneril se sentó ante el tocador -. Nuestro amor sólo es auténtico con este disfraz, sobre este escenario. Goneril y Edmund se aman, pero tú y yo no tenemos nada en común.

- Dejemos pues que la mentira se desvanezca y a partir de la verdad florezca un nuevo yo y una nueva tú.

- Olvidemos las apasionadas noches de Goneril y Edmund tras el telón.

- Quitémonos las chorreras y volvamos a las corbatas y los trajes. Un nuevo mundo se abre ante nuestros ojos, amor, sin mentiras, sin engaños.

- Tal vez ahora podamos saber quiénes somos.

- Tal vez podamos amar sin mentiras.

La besó tiernamente y desapareció por el umbral de la puerta.

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