Sobre el escenario, los actores y actrices que acababan de
representar La tragedia del rey Lear hacían reverencias en agradecimiento a los
aplausos de un público que se había puesto en pie para aplaudir. La falsa
Goneril acudió a su camerino con cierta prisa, pues allí esperaba el falso
Edmund, con una triste sonrisa en los labios y aquellas ropas barrocas que tan
bien le sentaban.
- Lo nuestro no puede seguir, amor - Pronunció él sin dejar de
sonreír.
- Soy consciente de ello, mi vida - La falsa Goneril se sentó
ante el tocador -. Nuestro amor sólo es auténtico con este disfraz, sobre este
escenario. Goneril y Edmund se aman, pero tú y yo no tenemos nada en común.
- Dejemos
pues que la mentira se desvanezca y a partir de la verdad florezca un nuevo yo
y una nueva tú.
- Olvidemos
las apasionadas noches de Goneril y Edmund tras el telón.
- Quitémonos
las chorreras y volvamos a las corbatas y los trajes. Un nuevo mundo se abre
ante nuestros ojos, amor, sin mentiras, sin engaños.
- Tal
vez ahora podamos saber quiénes somos.
- Tal
vez podamos amar sin mentiras.
La
besó tiernamente y desapareció por el umbral de la puerta.
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