sábado, 30 de junio de 2012

Ven

Jamás pensé en las consecuencias de mis actos. Ni siquiera me planteé la remota posibilidad de estar siendo manipulado por alguien como Ella. Al fin y al cabo, no es común que Venus, la mismísima diosa que observa a los humanos desde el Olimpo, dedique su tiempo a estropear algo tan bello como lo que teníamos nosotros. 

Llevábamos casi un año juntos, un año lleno de ternura, sonrisas y anécdotas, todo ello plagado de una profunda inocencia, de la pureza íntegra que suele tener el primer amor. A veces me atrevía a posar mis labios sobre los tuyos, tú te sonrojabas en seguida y yo, sonriendo, te abrazaba. Éramos tan tímidos, tan dulces, tan sumamente cuidadosos con cada paso que dábamos que llegué a creer que estaríamos siempre juntos.

Pero aquella noche, oh, malvada noche, manto oscuro que esconde las acciones más imperdonables, una estela de locura atravesó mi mente, me incitó a hacer eso de lo que ni siquiera queríamos oír hablar. De repente, tu cuerpecito frágil dejó de parecerme hermoso para resultarme apetecible, ya no había espacio para la gentileza que una vez te demostré. Una sinuosa voz femenina murmuró en mis oídos "hazlo", y así lo hice. Por la fuerza, con la cobardía impropia de los hombres. Tú llorabas, y yo quería detenerme, pero Ella no me dejaba. De esta forma, huiste de mi vida, y jamás he vuelto a encontrar a alguien como tú.

¡Cruel deidad que maneja a su antojo la parte concupiscente de los hombres! ¿Por qué a mí? ¿Por qué a nosotros? ¿En qué te ofendí, oh dichosa Venus, reina de las artimañas que ensucian el corazón amoroso de los hombres? ¿Por qué me obligaste a ensuciar algo tan hermoso? 

¡Madre Juno, diosa protectora del matrimonio, yo podría haberme casado con aquella niña melosa si me hubieses protegido de aquélla, a quien Paris denominó la más hermosa! ¿Qué ocurrió allí arriba para que todos los dioses cerrasen los ojos ante mi sufrimiento?

Ahora lloro, suplico a las deidades por las respuestas de todas las preguntas sobre mi irracionalidad mientras yazco sobre la impureza de mis sábanas, todavía manchadas con la sangre a medio coagular de la única mujer que he amado, amo y siempre, siempre amaré.

2 comentarios:

  1. Me encantó la frase: "¡Cruel deidad que maneja a su antojo la parte concupiscente de los hombres!" y la historia es preciosa^^

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Jajaja gracias ^^ Es que estaba muy inspirada gracias a esa bendita canción :3

      Eliminar