domingo, 29 de enero de 2017

Cuatro hijos

Querida desconocida:

Esta es una carta que jamás te enviaré y jamás leerás. Nunca hemos hablado a pesar de frecuentar esferas relativamente cercanas y de tener amigos comunes; de hecho, lo más probable es que mi existencia permanezca siempre en el silencio, es donde siempre suelo estar. Ni siquiera recuerdo cómo supe de tu existencia, supongo que este es el fenómeno de las redes sociales, pero sí sé porqué decidí seguirte y porqué hoy escribo esto. 

No he tenido el placer de leerte todavía, esto no es una cuestión de idolatría, si lo fuese todo sería más simple. Es tu actitud la que me llamó la atención desde el minuto cero. Tu voz consistente, tus palabras sinceras, tus palabras bonitas para quien se las merece y tu capacidad para continuar con un pie puesto en la tierra mortal. Esta tarde, entre otras cosas, escribiste esto:


"Y trabajad, trabajad todo lo que podáis. Soñad tanto como podáis, también. Que nadie os diga cómo de alto podéis llegar a volar. Que nadie os corte las alas antes de despegar. Vosotros tenéis el poder de luchar por lo que queráis. Hacedlo."


Fue entonces cuando decidí que hoy, aquí, en mi rincón vacío, te escribiría para, no sé, quitármelo todo de la cabeza. Tú y yo no nos conocemos, en realidad no sé quién eres más allá de tu perfil público en la red, pero tampoco importa mucho, esto no es una carta de amor. Tampoco hace falta que tú sepas quién soy, nadie lo sabe en realidad, ni siquiera yo, pero lo importante está por aquí, desgajado. Me explicaré.

Desde que tengo uso de razón, lo mío han sido las letras. Sopas de letras, crucigramas, cuentos, novela infantil, novela juvenil, los clásicos... Incluso académicamente me he entregado a las letras. Aprendí a escribir muy pronto, antes de entrar en educación infantil, y todavía no he dejado este hábito que desde hace tiempo me trae por la calle de la amargura.  Si revisas el historial de este blog verás que desde diciembre de 2015 hay únicamente cuatro entradas: una de 2016, dos de la semana pasada y esta humilde carta sin sentido. Hace tiempo que perdí la esperanza de encontrarme, las ganas de seguir intentándolo, la capacidad de ser feliz con lo que más feliz me hace. Me costó mucho dejarlo todo, abandonar este blog, asumir mi derrota y olvidar lo que más me gusta en el mundo, tanto que ahora que intento recuperarme palidezco de miedo con sólo pensar en volver a perder. Me he sentido sola, muy sola, porque siempre escribo desde un escritorio olvidado en la yerma estepa rusa, y no es como si no tuviese a nadie cerca, para nada: hay personas maravillosas a las que les debo un mundo y medio. No obstante, yo misma me abandoné. Me perdí. Me asfixié y ahora sólo soy capaz de hablar sobre asfixia. 

Pero en algún momento del pasado 2016 te encontré, como digo, de casualidad, y me recordaste qué me gustaría hacer, con qué sigo soñando a pesar de todo, cuán valiente fui en el pasado y cuán cobarde me he vuelto. Con las manos temblorosas, decidí volver al blog. Ni siquiera sé lo que espero de esto, ni siquiera sé qué es lo que va a pasar, pero por primera vez en mucho tiempo quiero, necesito y deseo volver a intentarlo. Ver cómo has cumplido otro de tus sueños hoy ha sido catárquico y tenía que escribirte, tenía que darte las gracias por recordarme que a veces los imposibles se rompen. Y a pesar de que lo más probable es que nunca llegue a nada, aunque me convierta en la única lectora de mis mundos, no puedo negar que será maravilloso ver cómo personas como tú siguen creciendo y recordándonos que todos tenemos una oportunidad si al menos lo intentamos.

Voy a seguir sumida en mi nube de niebla mucho tiempo, lo sé, seguiré asfixiándome y luchando conmigo misma hasta encontrar lo que sea que he perdido. Esta carta no te llegará nunca, al menos no por mí, también lo sé. Pero el paso que doy, el paso que he dado esta vez es en parte gracias a ti y quería, necesitaba, deseaba hacer algo para las dos: para ti, por regalarte al mundo de una forma tan hermosa; para mí, como recordatorio para la próxima vez. Aristóteles dijo que un artista mimetiza, toma la materia y la hace llegar a nosotros a través de una forma particular. Si tu esencia se ve a través de las más mínimas muestras de personalidad en la impersonal red, no quiero saber lo que destilan tus obras.

Emily

2 comentarios:

  1. Te lo dije aye por privado pero hoy lo digo en público. Me encanta. Adoro verte escribir y, como también te dije, a veces hay que sacar lo que llevamos dentro, aunque sea para sacarnos un poco de toda esa carga. Me parece preciosa. Y no sé si te leerá, pero si lo hace le encantará lo que has escrito. Te quiero un montón. Un abrazo enorme.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por todo, Lore, de verdad te lo digo. Gracias infinitas <3 Yo también te quiero.

      Un frío beso

      Eliminar