domingo, 23 de septiembre de 2018

Vuelve a tapar el espejo

Es la sensación de no saber nada. La mala costumbre de abrir los ojos y en vano acto de valor enfrentar la neblina que envuelve la incertidumbre. Es una columna entorchada que, sorpresa, no sostiene un friso en un bello templo, sino que refleja en todos los espejos el alma retorcida en plena tortura. Como estar quieto y que todo se mueva, porque te has tragado una tormenta y no consigues llorarla fuera. Como gritar y que tu voz sea fuego, todo ascuas contra la carne tierna y sólo humo silente al abandonar la puerta de tus labios.

Es la sensación de no saber nada. Claro que quizás, te dices una y otra vez, quizás no sepas nada y la sensación vive en el plano real. A lo mejor no tienes sombra, a lo mejor eres sombra. A lo mejor creías ser mármol aún pendiente de labra, a lo mejor sólo eres dúctil piedra local y hoy tienes cara de flor y mañana eres un desconchado del muro más pobre en la ciudad de los olvidados. Tal vez la tierra te devore, te engulla como una serpiente que ni se molesta en tener muelas con las que machacar tus huesos y te despiece lentamente mientras tú, pobre iluso, sigues sin saber nada, sin ser nada, sin nada de nada.

Es la sensación. Es la certeza. Es la nada.

Vuelve a tapar el espejo. Hoy tampoco tienes espada con la que combatir el infierno.

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