Las alas grises de un cuervo inexistente sobrevuelan la tierra plana, la arena yerma, donde las semillas no nacen, no crecen, no brotan, no florecen. Son las doce en punto en el reloj sin manecillas, sin esfera, en la vasta muerta negra negrura del tiempo que se escurre, paciente, y no cae, ni llora, ni se detiene.
Huele a tormenta y necesitamos que llueva, que nos moje la nube espesa, cargada, como el endometrio que resbala triste entre tus piernas y muere en la tierra, madre tierra, tan fértil, eterna. Y mientras tanto seguimos con los ojos clavados en el cielo, en la guerra, espadas que hacen chocar filos, hielo, metal, pero sus anuncios no llevan nunca al agua que nos ha de limpiar.
Así, impuro, así llega el final del camino y teje la araña hasta que le arrancan el nido, y Aracne, oh, Aracne, ¿cómo pudiste pensar, osar, ser mejor que la diosa? Ahora nosotras tontas todas todas tontas observamos al cuervo que alguien mató, tal vez fuimos nosotras, tal vez sólo fui yo. Y su aleteo llega a nuestros oídos y son las flores que nunca brotan y el tiempo que no nos deja avanzar y la lluvia que no moja nada, y aquí seguimos, morimos sin morir, vivimos sin abrir los ojos.
Somos la muerte, tan gris, y queremos ver el sol. Somos la muerte, en fin, pero ojalá ser el sol.
Te lo digo siempre pero qué ritmos tan buenos consigues en tus textos. Da un gusto leerlos siempre ya sólo por eso... me alucinan sobre todo en el penúltimo párrafo, con esas "y" que se repiten (he olvidado el nombre de la figura literaria) y ese "ahora nosotras tontas todas todas tontas". Increíble.
ResponderEliminarMe encanta también que no exista el cuervo, que el reloj no tenga manecillas, que la lluvia no llegue y el sol tampoco: es una espera constante, una esperanza vacía, un saber profundo de que en esta tierra yerma no florecerá nada pero desearlo igualmente, sin poder evitarlo. Y cómo me duele eso porque, al fin y al cabo, por mucho que nos sepamos muerte, es inevitable querer dar vida y ser el sol.
Tocas sentimientos muy duros, muy difíciles de tocar, y siempre lo haces con imágenes que se palpan, imágenes que los expresan mejor que cualquier explicación larga. Tus textos son, para mí, muchas veces un espejo que me recuerda que hay lugares oscuros que aún debo explorar.
Gracias, en serio.
PD: esa imagen del endometrio que cae a la tierra aaaaaaay el TREMENDO HALAGO compañera :')
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