viernes, 10 de abril de 2020

10. Rémora

Aferrada con las manos en garra
al pelo grueso del lomo de la bestia,
de tu espalda,
los labios hinchados de morderte
la cara y mírame, mira en qué me he
convertido.

Que del amor al odio hay un paso
y a la obsesión solo medio,
que me aferro a tu cuerpo, 
cabello, sangre porque en otro 
desde luego no creo, 
no, para el mío no hay credo.

Y de ti me alimento y lleno
el vacío, el saco roto - mi estómago -,
pozo infinito sin cuerda, ni cubo,
ni niño perdido.
Las fauces llenas de tu carne,
el pecho tristemente enchido.

¿Qué sería de mí sin el suplemento
de lo roto, lo tosco, lo triste e imperfecto?
Alimaña entre las alimañas,
vil comadreja entre los espectros,
soy parásito y sanador,
enfermedad vestida de enfermero.

1 comentario:

  1. Me FASCINA la perspectiva de monstruo que se conoce monstruo, que prácticamente ni excusa su maldad, que la disfruta y revuelca en ella,q has tomado. Creo que muchos somos esa bestia que intenta librarse el bicho por mucho que se agarre, y que a la vez en ocasiones no podemos sino dejarnos consolar por él (ese enfermero maligno), y lo conocemos ya hasta tal punto que sabemos cómo piensa y aún así... Cómo cuesta arrancarlo.
    Estupendo un día más, en serio. Esperemos estar un día menos rotas, ser menos toscas y tristes, pero imperfectas siempre. Que no nos falte de eso.

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