miércoles, 14 de agosto de 2013

Donde la rosa fue sepultada

Hoy, recuerdo. Recuerdo, me lamento, te sueño y despierto empapada en cristal; cristal sudado, cristal llorado. Me revuelvo entre las sábanas y pienso, dormito con lo ojos abiertos, dos orbes que nada tienen que ofrecer pero en los que tú un día encontraste algo. Y, cuando te fuiste, te lo llevaste contigo. Sospecho que mis labios se han secado, y que los pétalos de la rosa que es mi corazón caen a un ritmo apabullante sobre la ensoñación del ayer. Gran arpía la mente, usurpadora de esperanzas, enemigo interno que nos hace debatirnos entre el quiero, el debo y el puedo. Pero yo, aquí, ahora, asfixiada entre hojas secas del bosque que eran tus brazos, entre los fríos barrotes de la celda de tu cuerpo sobre el mío, ni quiero, ni debo, ni puedo.

Mi negra melena se extiende como un abanico por la almohada de sábana blanca y plumas de sueños, como la garra que amenaza a la luna con destrozarla, con asesinar su luz. Es mi cuerpo una carcasa, un ataúd de emociones que sepultan un antiguamente palpitante órgano con forma de flor; fue mi piel un campo de batalla donde luchamos hasta caer rendidos, sabiendo victoria y derrota deliciosas por igual. Pero la guerra se ha ido a otros cuerpos, a otras pieles, y tras la batalla sólo la muerte tiene lugar allí donde un día brilló la rosa, y ahora las sombras trepan por los muros del maltrecho lecho. 

Grietas donde había caricias, inexpresividad que precede a los besos, muerte en vida de un cuerpo que se sostiene porque la sangre circula, y ojalá no circulase. El sol se burla, señala culpables, y sólo estamos mi rosa y yo ante el juez. Las estrellas no han vuelto, ni las nubes, ni la niebla, ni la tormenta. Única y perlada, blanca, nacarada, pero nunca virginal, Selene contempla sin juzgar, es testigo silenciosa, escucha el cántico del arroyo y el aullido del lobo, el roce de las sábanas de una cama vacía que cubre, sí, cubre y no ampara, el ataúd más seco, más vacío, más polvoriento; donde la rosa fue sepultada, ahora sólo quedo yo.

4 comentarios:

  1. Ay que shoro, killa ;^^^; ¿Por qué me haces leer estas cosas? Es tan precioso <3

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    1. Ay no me llores. Me alegra que te haya gustado, pero no estaba pensado para hacer llorar a nadie. A no ser que sean lágrimas de tinta inspiradas por mis versos. Eso sí.

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  2. Ains... que melancolía nos clavas de vez en cuando directa al corazón... Dulce desconsuelo efímero.

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    1. De vez en cuando, la melancolía sale de mí y os busca.

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