- ¿Hay alguien ahí?
Pregunto, confusa,
recuerdos fantasmales
de la infancia en el aire.
No hay nadie en la casa,
ni un alma,
nadie.
Ni cigarras en los árboles,
ni polillas en armarios,
ni de mi voz el eco
contra el hueco.
¿Pero hay alguien?
Ni un alma,
nadie
De mi boca sonidos
que no van a ninguna parte,
alguien los está escuchando
sin soltarlos, sin hablarme.
Pero nadie en la casa,
ni un alma,
nadie.
Dos espejos escondidos
tras las máscaras rituales.
Los dos ojos de un lagarto
nos escuchan, arden.
Y nadie en la casa,
ni mi alma,
nadie.
Mis palabras, huérfanas,
en la putrefacta, tierna madera,
escuchadas por la casa
y por su ausencia entera.
¡Me voy de la casa
- Amenazo - me llevo mi alma!
Pero no responde, por supuesto,
nadie, nadie, nadie.
Uff, qué sensación de desarraigo, de no haber terminado nunca de pertenecer a ninguna parte, ni siquiera al propio hogar (si es que se le puede llamar propio en estos casos). Me gusta mucho la repetición que haces al final de cada estrofa y cómo varía justo en la última. Estupendo de veras.
ResponderEliminarHe visto por Tuiter que decías que no te convencía del todo. Yo creo que está todo muy de lujo (como era de esperar contigo, vaya), pero quizás en esta ocasión las rimas te han quedado menos pulidas, sobre todo en las primeras estrofas. Luego parece que te animas en tu propio texto y funcionan mejor. También quizás lo de "me llevo mi alma" queda un poco... dramático de más, o cursi, no sabría decirte. PERO EN FIN detallitos que te digo por si a lo mejor por ahí encuentras la clave para que te convenza más, pero vaya, el conjunto del poema, una vez más, me ha encantado. Así que, una vez más, te doy las gracias (y te digo que en Madrid siempre vas a tener a alguien que te responda ante la amenaza de tu marcha, o qué leches, ante la primera pregunta de si hay alguien).