jueves, 27 de diciembre de 2012

Hijas de Perséfone, 3. Cerinia.

Llega con retraso como cada año. A la carrera, se adentra en el bosque que es su hogar, con los ondulados cabellos avellana al viento, muy abiertas las esmeraldas que tiene por ojos, extendidas las traslúcidas alas de libélula y afinados todos sus sentidos. La piel desnuda y acanelada se ve cubierta poco a poco por un manto de minúsculas flores, teñidas de todos los colores posibles, perfumadas con ese aroma que sólo la naturaleza puede traer. La belleza de Afrodita parece haberse plasmado en esta criatura nacida únicamente de la felicidad de su madre, y la alegría está presente en cada parte de su ser. Enojada por el vestido que las nuevas flores han formado en torno a su desnudez, las sacude a manotazos, permitiendo que crezcan nuevamente en el suelo, y descubre otra vez su perfecta envoltura. Sigue corriendo. La escarcha que su hermana ha dejado por todas partes se deshace poco a poco ante la calidez con que la Dama Cerinia comienza su labor. Despojada de sus coberturas, silba hasta ver aparecer frente a ella, elegante, majestuosa, a la cierva que lleva su mismo nombre, la que pertenece a la diosa Ártemis, la que recorre el soleado bosque junto a ella mientras hace florecer cada simiente y brotar cada fruto. A horcajadas, se coloca sobre el lomo del animal, acaricia su pelaje y sonríe. Las dos Cerinias echan a correr entre la arboleda, viendo cómo el río deja de ser hielo y comienza a correr como meses atrás lo había hecho. Todo recupera el frescor y la vida de sus orígenes, los seres de la naturaleza recuerdan a su ancestra Gea y se imponen a la frialdad triste que poco a poco dejan atrás. No hay mayor placer para la Dama Cerinia que el de galopar a pelo sobre su fiel amiga, recorriendo el inmenso bosque, trayendo nueva vida al mundo. Hace años que Inverna y ella no se encuentran, pues su hermana sólo admite la unión con Umbría. Sin embargo, Cerinia ama con locura a Helide, el que llega cuando el Sol está más arriba, y siempre aguarda al final de su carrera unos minutos para verle. Y sólo cuando esto ocurre, la Dama Cerinia es completamente feliz. Pero, entre tanto, seguirá al galope a través de la espesa arboleda, aguardando el regreso del retoño de Helios.

Cerinia.

Emily Broken Rose.

2 comentarios:

  1. Hola pequeña, te debe resultar raro que te comente (ya que nunca lo hago) pero esta vez tenía que hacerlo, puesto que todas las entradas de las hijas de perséfone me parecen preciosas. Sigue asi :)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No sé qué me emociona más: el hecho de que me comentes el blog, querida lectora en la sombra, o el hecho de que te gusten los relatos de Hijas de Perséfone :')
      Sea como fuere, gracias por pasarte, por leer, por comentar y por seguir ahí :)
      ¡Un beso enorme!

      Eliminar