viernes, 11 de enero de 2013

Hijas de Perséfone, 7. A flechazos.

Abandonó la oscuridad tras haber dejado a la dama Umbría donde correspondía, y ahora aguarda oculto tras un árbol, teniendo una amplia llanura frente a sus ojos pálidos, verdosos, atento al mínimo movimiento. La nieve se derretía lentamente, más tarde de lo normal, y la ira de Inverna todavía era palpable desde aquel extremo del bosque. Nicéforo sacude la cabeza. Debe centrarse en su trabajo.

Aparece al rato como apareció la primera vez: desnuda la piel y vestida con flores la larga cabellera castaña. Trota alegremente sobre la cierva homónima, y el muchacho se prepara para su misión. Coloca la flecha en su lugar, tensa la cuerda del arco y espera, apuntando con mucha precisión. Paciencia... Cerinia ríe mientras habla al animal. Precisión... Parece que van a acelerar el paso. Destreza... Nicéforo inspira. Valor... La flecha vuela presta como si el mismo Céfiro la guiase, y se traba en el costillar de la cervatilla, que cae herida. La Dama Cerinia se repone en seguida de la caída y acude en ayuda de su querida y agonizante amiga, llorando desconsoladamente.

-¡Resiste, pequeña! -Le insta, arrancando el arma del cuerpo del animal- ¡No puedes morir!

No hay nada que Cerinia pueda hacer. Los jadeos y gimoteos de la herida cierva se hunden en el frío silencio de Tánatos. La sangre tiñe el césped y la piel cobriza de la Dama, y los orbes de su amiga, otrora brillantes, no son más que apagados luceros ahora. El profundo llanto de la hija mayor de Perséfone inunda la tranquilidad del bosque, las flores se marchitan, y los animales se esconden donde pueden. Temblorosa, se pone en pie, y con la rabia tomando sus pupilas, mira al orizonte y grita:

-¡Sal de tu escondite, hereje! ¿Quién, de entre los dioses y los hombres, ha osado atacar a una indefensa criatura sagrada?

Nicéforo no puede obviar las palabras de la Dama Cerinia, y sale de su escondite. Érebo le ha prometido inmunidad ante la probable venganza de Ártemis, pero las palabras de la muchacha siguen en su mente. 

-¿Tú? -Cerinia retrocede, su enfado se convierte en miedo, y sus grandes esmeraldas titilan entre las espesas pestañas negras.- Nicéforo, hijo de Eris, el que busca la victoria, ¿acaso tienes algo contra mis hermanas o contra mí? Soy conocedora de la ira de Inverna. También del infortunio de Umbría. ¿Cómo no sospeché que yo sería la siguiente? -Suspira, desanimada- Habla, si eres tan valiente para dar la cara como para asesinar a una hermosa criatura inocente.

-Tengo una misión. Y vosotras interferís en ella -Por alguna razón, sentía la necesidad de excusarse. La presencia de la Dama le impregnaba el alma de culpabilidad.

-¿Quién te envía? -Frunce el ceño. El miedo se esconde tras un velo de valor.

-No puedo hablar más. Ahora debes...

-¡No! -Sin escuchar las últimas palabras, Cerinia echa a correr por el bosque. Las raíces se levantan y salen de la tierra, obstaculizando el camino que Nicéforo recorre en su afán por dar caza a la muchacha. Se recuerda a sí mismo al dios Apolo persiguiendo a Dafne, si bien sus intenciones distan de la igualdad. Enredados ramajes y rudas raíces entorpecen la senda, y sólo puede seguirla olfateando el perfume a flores, menta y césped. Decide detenerse un momento. Inspira tres veces, sin perder de vista a la huidiza Dama, y espera que Érebo escuche sus plegarias. Una oscuridad espesa, casi como humo negruzco, se extiende al fondo del bosque; pero Cerinia, que va mirando hacia atrás, se percata demasiado tarde. Y los brazos de las tinieblas la envuelven a ella, del mismo modo en que se llevaron a su hermana. 

Nicéforo suspira. Sólo le falta una Dama para cumplir con su cometido, y entonces llegarán todas las recompensas que Érebo ha prometido. En el momento en que dé caza a Helide, en el momento en que Inverna se quede sola en el gran bosque que es su hogar, todo habrá acabado. Y él podrá sentarse también a la mesa de los Divinos Olímpicos.


4 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Vale, cuando pueda subiré el siguiente, que ya lo tengo pensado ^^

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  2. Jo, qué malo es Nicéforo, pobre Cerinia...
    Quiero el siguiente ya T.T
    Un beso :3

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    1. No es malo, cumple con su trabajo... Y repito, escribiré el siguiente en cuanto pueda :) Gracias por pasarte y comentar :)

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