jueves, 18 de abril de 2013

En lo más profundo

Hay un monstruo dentro de mí, más allá de mis ojos castaños. Hay un monstruo que se despierta poco a poco y me estruja el corazón hasta que dejo de sentir otra cosa además de dolor. Sus ojos son verdes, tan verdes como dos esmeraldas, con el brillo de las estrellas y el tétrico resplandor de la luna reflejada sobre un charco de sangre. Su cuerpo no tiene forma, es una masa de humo negro y espeso, con olor a azufre y vainilla, que se extiende desde mi pecho hasta las puntas de mis dedos. 

A veces, teniendo un techo bajo el que vivir, comida con la que alimentarme, gente que me quiere, caprichos materiales y la potestad de hacer de mi vida lo que desee, este monstruo despierta, al más mínimo susurro, y me recuerda que no, no puedo ser feliz. Porque he perdido algo o porque no tengo algo. No importa el motivo, en realidad, sólo importa que, para él -o ello- no soy más que la diana contra la que dispara los dardos de sus frustraciones. 

A veces me quedo anonadada, mirando al espejo, buscando en mis pupilas el resplandor verdoso de sus ojos. Otras veces rememoro lo que ha pasado desde la última vez que se durmió, e intento encontrar cuál fue el dedo que pulsó el botón de encendido. Y otras, simplemente, me limito a cerrar los ojos, intentar sonreír, y mentirme diciendo que todo va bien. Pero esa sensación de vacío sigue ahí, y sé que vivirá conmigo para siempre. Es la negra sombra de la que hablaba Rosalía, es el cuervo de Poe, es el destino de Edipo. Conmigo ha nacido, conmigo morirá.

Hay un monstruo dentro de mí, y al contrario que yo, no tiene miedo de decir que no es feliz.


4 comentarios:

  1. Has dado justo en el clavo, Em.
    Al mío le llamo Garonne.

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  2. Supongo que mi monstruo soy yo mismo...

    Magnífico.

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  3. Bravísimo meu amor!!
    Eu tamén teño un, e estes días está tomando forma de Traballo de Teoría e Crítica Literarias xDDD

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