miércoles, 16 de julio de 2014

Cammini crux

Existió tiempo ha un rey en los reinos de los bosques del este. Le habían puesto Kilian Mael al oír cómo la voz del bosque aullaba entre las hojas el día de su nacimiento, cómo rebotaba en cada tronco y en cada roca, y cómo hasta el agua vibraba con sólo sentir la risa del bebé. Bajo su hermosa corona de ramas y rocío, dos grandes ojos dorados y un cerebro desbordante de sabiduría. En los reinos de los bosques, Lord Kilian Mael reinaba con justicia y tesón, haciendo de Lennox* un lugar mágico y feliz para los elfos que lo habitaban.

Frente a la calma de los boscosos reinos de Lennox, se extendía, al oeste, un infinito océano en cuyo corazón se ocultaba la ciudadela de Eirian*, llamada así por la profundidad y el brillo del mar azul. En ella, el difunto Sir Morgan había sentado al trono a su hija Lady Cordelia Morganne, señora de los siete mares y de la furiosa tierra submarina. Su fuego nacía directamente de su corazón, haciéndolo seguro y cálido para sus vasallos pero temible para sus enemigos. Eirian siempre vivía al límite entre la perfección y el caos más absoluto, y en el pecho de su reina todo ardía con igualdad.

Pero ni las tempestuosas aguas de Eirian ni los pacíficos bosques de Lennox serían lo que son si sobre ellos, más allá del vuelo de las palomas, entre las blancas nubes de verano y los negros nubarrones de tormenta, no existiesen las vastas tierras de Kalen*, la ciudad de los vientos y de los palacios. Los frondosos jardines se entremezclan con los marmóreos edificios, de columnatas ciclópeas y sendos balcones. Sólo las criaturas del viento, del sol y de las estrellas pueden habitar entre las delicias del reino de Kalen; y de entre todas estas criaturas, Enya Maeve es quien ha sido coronada por el mismísimo dios sol para guardar las llaves del norte. Sobre sus cabellos luce una tiara de cristales y obsidiana, y en sus manos el poder para gobernarlos a todos. Enya Maeve es la luz de Kalen, y una sombra para sí misma.

Y como sombra conoce cuál es el cuarto reino, el que está más al sur, donde los ríos no mojan y las plantas no crecen, y un extenso desierto de arena de plata conduce a la misteriosa Ruadh*, llamada así por el color de sus cielos, rodeada por árboles carbonizados que no conocen las horas y gobernada por Enid Ceridwen, la Puerta de la Vida, como los Tres Reyes la denominaban. No era reina ni emperatriz, porque nadie interfería en los asuntos de Ruadh, y allí nadie necesitaba un gobierno. Enid Ceridwen era los ojos de un pueblo oculto tras la niebla, y estando ciega veía todo cuanto ignoraban los reinos de Lennox, Eirian y Kalen.

En el extremo de cada uno de los puntos cardinales, se alza un reino único, distinto a los otros tres, en el que gobierna con tesón una criatura de poder infinito y magia ancestral. Los cuatro, unidos, mantienen el perfecto equilibrio. Los Tres Reyes y la Puerta de la Vida te dan la bienvenida al complejo relato de la Cruz del Camino.

4 comentarios:

  1. :O me encantó el principio, es que siempre que haces estás cosas tan preciosas, que yo puedo leer, me dejas con la boca abierta...ya quiero más *^* (si lo sé soy insaciable defecto de fabrica, QUIEREME)

    ResponderEliminar
  2. No te preocupes, tendrás más :3 Mi relato para el proyecto Neminis Terra tiene que ver con esta entrada ^^ Me alegra que te haya gustado, y gracias por comentar, eres un amor <3

    ResponderEliminar
  3. Estas cosas no nos las hagas... Soy uno de los que quieren tener una novela tuya en mi estantería. Para mi eres una de las bloggers que mejor escriben con diferencia. No pierdas esa facilidad de hacernos disfrutar con tus letras. Un beso y sigue, por Júpiter!!

    ResponderEliminar
  4. Pues lo siento, pero esto no es más que un relato que avecina mi parte del proyecto Neminis Terra... Pero viendo lo que os ha gustado, creo que debería planteármelo. Espero sinceramente que algún día puedas tener una novela mía en tu estantería, pero sobretodo espero que nunca te arrepientas de tenerla.

    ResponderEliminar