miércoles, 10 de septiembre de 2014

Doscientos diez.

Un abrazo, el mejor que tengo, para calmar la tristeza en los dos ojos del tercero en concordia. 

Cuatro minutos escribiendo cinco versos estúpidos, seis nubes en el cielo de este día de septiembre para ocultar siete lágrimas que irán a parar al excelso, infinito y sabio firmamento. 

Ocho silencios derramados en el mar de la memoria, porque no sé qué decir, y tengo nueve amargos sabores en la boca.

Nadie me dijo que este día diez de septiembre tendría que confesar que, aunque podría dedicarte doscientas palabras de ánimo y de amor, nada será suficiente para explicarte que pase lo que pase me convertiré en tu sombra, rey del norte.

Doscientos diez motivos para que recuerdes que hoy, ahora, y siempre, habrá un descanso para ti en mi pequeño rincón, porque hasta las sonrisas más fuertes se cansan a veces de iluminar las sombras de los demás, y la tuya me ha iluminado tanto que es hora de que te lo devuelva.

Per saeculam saeculorum, amice M.

2 comentarios:

  1. OOOoooh!! Me encanta cuando escribes estas cosas tan simples, claras y bonitas, que siempre consiguen conmoverme. Te quiero mucho <3

    ResponderEliminar
  2. Sigue siendo una maravilla y un placer pasarme por aquí a escondidas y leer tus pequeñas joyas... Que maravilla algo tan simple y tan cuidado. Sigue asi porque triunfarás!!!

    ResponderEliminar