sábado, 7 de marzo de 2015

El príncipe

Esta entrada pertenece a los relatos de El póster

Es como un cubo de agua helada cayendo sobre la piel de mi espalda.

Dormí en el sofá. Me molestó bastante el hecho de que me dejase despertar sola después de la noche más extraña y emocionante de mi vida, por lo que decidí ignorarlo unos cuantos días. Así aprenderá. Aunque no sea más que un póster y todo esto sean síntomas de mi locura. Pero el póster siguió vacío, y poco a poco fue aumentando la desesperanza de poder olvidar los locos momentos que he vivido en las últimas semanas. Pero no quiero olvidar. Y no olvidaré.

Al cuarto día, regreso a la habitación, y no puedo sorprenderme más al encontrar cientos de pompas de jabón flotando, danzantes, sobre cada mueble, casi como si fuesen irrompibles. Me giro, buscando el póster con los ojos, un peso plomizo cae sobre mí al ver que no hay nadie allí, tan sólo un fondo rosáceo en el que nacen y mueren las burbujas. Tal vez si... ¡Sí! Puede funcionar... Me siento frente al escritorio, ignorando las cristalinas pompas que se mantienen libremente ingrávidas, y me apresuro a iniciar el portátil, hecha un manojo de nervios. Olvido lo surrealista de la situación, olvido la cada vez más acuciante sensación de necesitar terapia, y pongo en el reproductor el álbum musical con el que conseguí mi tan adorado póster. La música invade la estancia, un suave beso de viento me eriza el vello de la nuca, una sonrisa se dibuja en mis labios. ¡Funciona!

Volteo a observar cómo en el espacio vacío entre los pies de la cama y el espacio empotrado, rodeado de jabonosas bailarinas, poco a poco se va dibujando su silueta. Baila, se mueve, elegante y ágil como un gato, cargado de pasión por sus letras y melodías. Resplandece, aunque la camiseta le quede holgada, aunque lleve la sencillez por bandera. Me tiende una mano y la cojo, esta vez no hay brillo, ni oscuridad, tan sólo esos ojos, su música, y una silenciosa disculpa cuando me invita a bailar. Giros, saltos, risas. Su risa ya no se oye lejana, sino que puedo saborear cada matiz aquí, junto a mí, saliendo de la perfecta pareja de labios que tiene en su rostro de ángel. Que viva la locura.

Me guía en dirección al póster, un relámpago atraviesa mi pecho, y todavía bailando se pierde de nuevo en el rosáceo marco de papel.

- No... - Murmuro, anonadada, queriendo impedirlo a toda costa. Y sin embargo, allí vuelve a estar, en su fondo, en mi pared, con la misma mirada de infierno y la penetrante sombra de un aura antes dulce y afrutada. Una lágrima se precipita desde mis pestañas sin ningún rumbo más que el frío suelo, e inconscientemente perfilo su contorno con manos temblorosas. Entonces, sin ninguna explicación factible, mis dedos se sumergen en el póster como si de una laguna de sueños se tratase...


¡Cucú! Soy uno de los árboles del concurso festivo de RB.
¡Corre a por tu premio!

2 comentarios:

  1. Es perfecto, es muy dulce y tierno. Realmente me ha encantado, he imaginado cada paso, y cada giro y risa. Espero el final con muchísimas ganas :-D. ¿Se reunirá nuestra chica con su amante de papel?... chan chan. Me muero por saberlo *^*

    Un beso con sabor a pera,
    Vanclaise.

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  2. Sigo disfrutando cada vez más de esta curiosa historia. No se si será la locura, pero hay algo realmente extraño en esta historia.
    Que ganas de poder seguir leyendo :D
    Un beso
    Lena

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