martes, 28 de julio de 2015

Piezas rotas

Abrió los ojos con cierto esfuerzo, entumecida por las horas de sueño y la mala postura adquirida sobre el sofá del copiloto. El coche traqueteaba en el silencio de la noche por aquella carretera desierta, alguna cantante pop que no supo reconocer cantaba en la radio a volumen bajo, la luz sobre el espejo retrovisor era lo único que le permitía distinguir algo en la oscuridad envolvente. Se desperezó, atizando a Ethan sin quererlo.

- Buenos días, Bella Durmiente. ¿Cómo te encuentras?

- Mareada y hambrienta - Trató de estirar la espalda, cerrando los ojos y frunciendo los labios, pero volvió a recostarse sin ningún éxito. Los faros devoraban el asfalto, más allá de los haces de luz no había más que una atrayente nada -. ¿Falta mucho todavía?

- Unas cuatro horas - La chica chasqueó la lengua, cruzó los brazos sobre el pecho, pero sus ojos sólo reflejaban cansancio -. Liz, ya te he dicho que lo siento, pero no he podido hacer otra cosa.

Liz inclinó la cabeza, apoyándola contra la ventana cerrada. De soslayo, observó a su hermano; tenía el cabello revuelto y sus ojos verdes estaban abrazados por sendas ojeras. No lo culpaba, lo estaba haciendo bien... Todo habría sido más fácil si papá y mamá no hubiesen muerto.

- No, perdóname tú - Cedió, tragándose su orgullo, y le sonrió con dulzura -. Soy una quejica.

- No, no, es... normal... Han sido unos meses horribles, y ahora tienes que dejar el instituto, a tus amigas, el club de debate y el de música, a la tía Judy... Siento no haber conseguido el traslado en el bufete. 

- Ethan, da igual. Tú también estás pasándolo mal, vas a dejar de tener tu vida de abogado soltero y libre para cuidar de la plasta de tu hermana pequeña - Se miraron con complicidad. Ambos sabían que la convivencia sería tan buena como lo había sido en el pasado, sino mejor.

- Shadetown te gustará si le das una oportunidad. Es más grande que Luneport, hay más... diversidad.

Ethan se estaba esforzando con aquello, quería que el cambio fuese lo más fluctuante posible para ambos y Liz se lo agradecía de veras. Pero nadie podría devolverle nunca ciertas cosas, de esas que se rompen cuando pierdes una pieza importante. 

Cuando el sol rozó el horizonte, el cartel de bienvenida a Shadetown se mostró, humilde, a la diestra de la autopista.

Esto llevaba un tiempo en mi subconsciente. No puedo decir mucho más.

2 comentarios:

  1. Un inicio curioso, me pregunto como continuará...
    Un beso
    Lena

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    1. Continúe como continúe, espero que te guste. Gracias por tus palabras, Lena, siempre es un placer recibirte por aquí.

      Un frío beso,

      Emily

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