Esto es lo que recuerdo:
el susurro húmedo de la hierba
entre mis dedos descalzos,
la brisa helada que blanquea
cada brizna y cada tallo,
el sol que ya no calienta
gobernando, tan lejos, el azul.
Recuerdo la risa, malvada,
mi piel abierta en el asfalto,
la mancha de sangre en la roca,
por el camino perder lazos
y hacer trapos, desvergonzadas,
con lino, franela o suavísimo tul.
En mi mente las alegres danzas,
espantar sin temor a los trasgos,
fuimos ninfas, brujas, elfas y hadas
felices sin abandonar el condado.
La memoria se me antoja,
sin tu nombre en los labios,
una extraña virtud:
he olvidado tu olor y tu cara,
tu risa y también tus manos,
mas el eco de aquellas mañanas
y la voz del viento en la arena
son constante runrún.
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