Soy un armazón
de madera podrida,
la vela de un barco
caída, roída,
el esqueleto de un naufragio
en tu mirada perdida,
el vacío insonoro
y profundo e inmenso
del último mar, de este verso.
Y en un beso mortal
la muerte marina
de quien es huracán, viento,
coral, sal y cielo,
pero nunca caricia.
Y en inesperado giro
te giras, me miras,
soy un tronco chamuscado
y mi alma es ceniza.
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