sábado, 16 de mayo de 2020

Con la quilla entre las costillas

Soy un armazón 
de madera podrida,
la vela de un barco 
caída, roída,
el esqueleto de un naufragio
en tu mirada perdida,
el vacío insonoro
y profundo e inmenso
del último mar, de este verso.

Y en un beso mortal
la muerte marina
de quien es huracán, viento, 
coral, sal y cielo,
pero nunca caricia.
Y en inesperado giro
te giras, me miras,
soy un tronco chamuscado
y mi alma es ceniza.

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